Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.

Eduardo Galeano

miércoles, 19 de enero de 2011

MI PRIMO Y LA LLUVIA (o de cómo manifestar nuestras emociones)

Tengo un  primo divertidísimo y muy  despistado. Tiene un sentido del humor excepcional, se ríe  hasta de su sombra. Es sensible,  imaginativo, buen comunicador y le encanta la lluvia. La gente suele ponerse de mal humor con la lluvia, pero para él un día de lluvia es una ocasión que celebrar.
Aquel día él estaba trabajando en un pueblecito pequeño y diluviaba. Llevábamos meses de sequía y justo esa mañana  el cielo se desató en una lluvia densa y pertinaz. Mi primo estaba que no cabía en sí de gozo.  Pudo meterse en alguna tasca para refugiarse del aguacero, pero decidió seguir en la calle disfrutando del momento.
 El pueblo estaba desierto, como es natural, ni un alma. Bajo el alero de una de las casas, vio a dos o tres paisanos y él, tan comunicativo y social, se unió al grupo con el pretexto de resguardarse de la lluvia:
- ¡Qué buen día!- dijo extasiado, ante el torrente de los canalones rebosando agua- ¡Más días de estos nos tenían que venir!
- Pues sí, tiene razón –le respondió  uno de aquellos  tipos, no tan estusiasmado-, más días así tendrían que venir, si no fuera porque hoy enterramos a mi padre…
“¡No sabía dónde meterme!” me contaba mi primo el despistado, amante de los diluvios. Total, que aquel día  también a él se le terminó aguando la fiesta de la lluvia. Y es que manifestar nuestras emociones sin calibrar primero si la ocasión es oportuna puede traernos esta clase de contratiempos y aun peores. Y eso que esta vez se trataba de manifestar alegría, una de esas emociones que consideramos positivas. No hablemos ya de manifestar  enfado, tristeza o repulsión sin mirar dónde, cuándo y a quién.
¿Qué hacemos con nuestras emociones, entonces? ¿Las reprimimos, las maquillamos, las escondemos? Nada de eso.  Basta con que sepamos qué hacer con ellas para que no nos dañen ni dañen a los demás. Solamente hay que saber reconocer y gestionar las nuestras, y saber identificar las de los otros. Nada más que eso.  Así sin problemas, fijo.

1 comentario:

  1. Dificil asignatura la del post de hoy.

    Sin duda tu primo, no quiso hacer daño y, seguro que siendo tan buen comunicador, supo decir un "lo siento, no lo sabía, le acompaño en el sentimiento".

    Más dificil encuentro el conocer las emociones del otro.

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