Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.

Eduardo Galeano

martes, 11 de septiembre de 2012

CURSO 2012-13: ECHANDO UN PULSO AL DESENCANTO

 De nuevo aquí, después del veranito. Espero que hayamos disfrutado y recargado pilas para iniciar este curso de cambios que a la mayoría de nosotros, profesores, nos llenan de desánimo. Recortes en los presupuestos de los centros, compañeros interinos despedidos, menos profesores, más alumnos por aula, más horas lectivas, menos retribuciones... En estas circunstancias es fácil caer en el desencanto. Pero justo es ahora cuando todo lo que ya hemos aprendido sobre Inteligencia Emocional debe ayudarnos a echarle un pulso al desencanto. Y a ganarle. 
Puede que los recientes cambios no nos gusten, pero nuestra profesión sigue gustándonos. Que no se nos olvide nunca. Nos gusta trabajar donde y con quien trabajamos. Tal vez tengamos que repetírnoslo miles de veces para recordar que tenemos un oficio maravilloso en el que tocamos el futuro cada día, en cada uno de nuestros alumnos y alumnas, cada vez que entramos en el aula, cada vez que los encontramos en los pasillos. 
Cierto es que con frecuencia son precisamente nuestros alumnos los que alimentan nuestro desánimo. A veces sentimos que nuestro trabajo es baldío y que nuestros esfuerzos no se reflejan como quisiéramos en nuestros alumnos. Cuando esto ocurra, tendremos que recordar que nuestra tarea no suele mostrar frutos inmediatos, pero que nada de lo que digamos y hagamos con nuestros alumnos será en balde. Es el modelo "gota de agua". Las gotas de agua caen incansable y pautadamente sobre la roca. Aparentemente no hacen nada, solo caen y caen. Pero después de mucho tiempo la gota de agua labra un pequeño hoyito, moldea una estalactita, una estalagmita perdurables. Somos como las gotas de agua y la paciencia será una de las mejores herramientas con las que contaremos siempre para el desempeño de nuestro trabajo. Nada de lo que hacemos es inútil. Solo tenemos que saber esperar para ver los buenos resultados. 
Por último, propongo que aprovechemos algunos de los desastres de esta crisis para hacer un sano ejercicio de empatía. Todos nos sentimos indignados y desmotivados cuando oímos decir a los políticos y a la opinión pública que trabajamos poco, que nuestras jornadas de trabajo son muy ligeras y que disfrutamos de unas vacaciones privilegiadas. Nos sentimos mal ante tales valoraciones porque olvidan mencionar nuestro trabajo silencioso, las muchas horas que, sin estar recogidas en nigún horario, de hecho dedicamos a preparar clases, a corregir ejercicios y exámenes, a formarnos, a participar en proyectos de innovación, a llevar a nuestros chicos a actividades extraescolares... Nos sentimos mal porque nadie menciona el clima de nuestras aulas, la tensión a la que con frecuencia nos vemos sometidos en el día a día y el desgaste emocional que ello supone... Aquí viene el ejercicio de empatía que proponía, porque si pensamos en cómo nos hace sentir todo esto, seremos perfectamente capaces de saber cómo se sienten a veces nuestros alumnos cuando les dedicamos nuestras críticas de forma continua y nos olvidamos de mencionar además algo positivo. No estoy diciendo que sea lo mismo, no digo que merezcamos lo que ocurre en estos momentos ni que hagamos a nuestros alumnos críticas injustificadas. Nada más quisiera recordar el efecto demoledor de las críticas a secas, de las críticas sin más, y el efecto beneficioso que la aprobación tiene en relación a la motivación.
 Os dejo con un vídeo que nos propone Celeste en este principio del curso 2012-13, en el que vamos a tener que esforzarnos especialmente en ganarle el pulso al desencanto. Pero estoy tranquila, porque sé que sabemos cómo hacerlo y estoy segura de que vamos a lograrlo.